Creo que un negocio es como un deporte. Un emprendedor igual que un deportista tiene sus metas. Y si empezamos a fallar y algo nos empieza a ir mal, si el proyecto no avanza, si el negocio tiene perdidas, si no ganamos lo que queremos, si no conseguimos vender, si no vienen clientes, al final salen aquellos demonios que no paran de susurrar o a veces gritar en voz muy alta “¡Pero eres un inútil! No lo sabes hacer! Dónde te metas! No sabes nada! ¿Quién eres para presentarte como un experto? ¡Eres un perdedor!” ¿Cómo salir de esta situación? Te lo cuento en mi artículo.